Un viaje en directo pero si pagar conexión, que está muy cara

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martes, 22 de enero de 2013

Fin de semana en Roma, la versión del director

Hola a todos. Tal y como prometí aquí va la versión extendida del último viaje a Roma. La anterior la metí desde la tablet aún allí y ni siquiera pude incluir fotos. Los vuelos Los compramos unos dos meses antes. Pese a ser un aeropuerto low-cost, en Alicante no hay conexión directa con Roma, así que los cogimos desde Valencia. Rayanair es la que tiene las conexiones más baratas, pero a la vuelta salía demasiado temprano, así que fuimos con la compañía irlandesa (Valencia-Ciampino, 24 euros), viernes a las 9, y volvimos con Vueling (Fuimicino-Valencia, 40 euros), que salía más tarde. De todas formas sólo nos sirvió para no madrugar el domingo, porque salimos a las 10 y de todas formas no pudimos aprovechar esa mañana.
Fue buena idea adelantarse en la compra de los billetes porque los de Ryanair, por ejemplo, a una semana del vuelo ya costaban 130 euros sólo la ida. Ambos vuelos fueron bastante tranquilos y sólo al volver a Valencia el temporal de viento nos metió el miedo en el cuerpo, pero el aterrizaje fue perfecto. Hotel Elegimos un B&B llamado Buonarroti Suites (o Home, según las habitaciones que elijas). Está en la calle Carlo Alberto, entre las paradas de metro de la estación de Termini y de Victor Manuel. A 15 minutos andando del Coliseo y 30 de Piazza Navona. Aunque lo escogimos principalmente por su cercanía a la estación de tren, conectada con ambos aeropuertos, finalmente ni la pisamos. De todas formas resultó una buena elección por precio (60 euros la noche, desayuno incluido), limpieza y caractarísticas de las habitaciones (el hotel tiene las Suites, recién renovadas, o las Home, más baratas y viejas), amabilidad de los trabajadores y situación. El transporte Como éramos cuatro, finalmente no utilizamos el tren ni al llegar ni al volver. El taxi tiene precios cerrados por el Gobierno municipal desde Ciampino y Fuimicino (30 y 48 euros, aquí un enlace muy práctico con los transportes), nos salía más barato que los cuatro billetes del tren express a Fuimicino (15 euros cada uno desde o a Termini) y era más cómodo que las opciones de Ciampino (tren a 1,5 euros pero con la estación separada del aeropuerto; los billetes de bus directos a Roma costaban cuatro euros, pero finalmente optamos también en Ciampino el taxi). Los taxis en Roma tienen fama de tramposos, pero nosotros no tuvimos ningún problema. A la ida reclamamos el precio cerrado y lo cumplieron. A la vuelta el taxista puso el taxímetro, lo que nos mosqueó, pero al llegar al aeropuerto marcaba justo la tarifa oficial, 48 euros, extraño pero correcto. Por Roma usamos el metro. Cuesta 1,5 euros por viaje y aunque sólo tiene dos líneas, al estar nosotros justo en el cruce entre ellas (Termini) nos vino muy bien. Hay trenes viejos y nuevos, como las paradas y los pasillos, pero es seguro. Comida
(Spaguetis caros y baratos) Comimos desde bocadillos hasta en un restaurante de categoría, pero el mejor sitio con diferencia fue una pizzería económica, La Focaccia (junto a Piazza Navona, sitio tradicional con horno de leña, nos costó sólo 9 euros pizza, bebida y postre). Fue incluso mejor que el local más valorado de Tripadvisor, el Ad Hoc (restaurante pijillo cercano a Popolo en el que pedimos a carta, ya que el menú degustación más barato costaba 65 euros. Salimos al final a 25 por cabeza y aunque se portaron muy bien y nos obsequiaron incluso con una botella de espumoso de regalo, la verdad es que no nos gustó la comida). Con los restaurantes en Roma hay que tener el mismo cuidado que con el taxi. Fijarte en los precios y preguntar antes de pedir, para no llevarte sorpresas después. En algunos sitios te hacen pagar Servici o Coberto (que encarecen un buen porcentaje la cuenta) y en otros no. El café más o menos lo mismo. Todas las cafeterías tienen una pequeña barra donde el café te cuesta de 0,80 a 1 euro, pero si se te ocurre sentarte te pueden cobrar hasta 6 euros, así que cuidado. Esta pequeña guía de la comida romana me ayudó mucho. La crónica
(Puesto de trípodes en el Coliseo, abundan por Roma) Llegamos al hotel a las 12 del mediodía. Dejamos las maletas y cogimos el metro hasta el Coliseo (viajábamos cuatro personas, entre ellas una mujer mayor, así que el metro resultó fundamental). Allí dimos un paseo por el Foro (sin entrar) y comimos en el sitio de bocadillos frente a Piazza Venezia (primera clavada, aunque no muy dura). De allí fuimos al Capitolio y bajamos de nuevo al Metro para dirigirnos hacia Plaza de España. Fuimos hasta la Fontana de Trevi (con menos turistas de los habituales debido al mal tiempo y la época) y subimos después hacia la zona de tiendas de Condotti (super boutiques) y Corso y Babuino (más económicas). Por en medio un helado delicioso pese al frío (2 euros, grande y delicioso). Hay un outlet de marcas en el cruce cerca del cruce entre Babuino y Gesu y Maria, creo que se llama Discount dell'Alta Moda, pero según la opinión de las expertas, no merecía la pena. Volvimos en metro desde Popolo a Victor Manuel y cenamos en un restaurante cercano al hotel donde probamos la Flor de Calabaza por primera vez. Al día siguiente nos levantamos temprano (bueno, no mucho) y nos fuimos al Vaticano. Lloviznó casi todo el día, pero como llevábamos paraguas nos benefició, porque acobardó a muchos turistas, a tenor de lo que nos fuimos encontrando. A las 9:30 no había cola para entrar a la Basílica y dentro tampoco mucho follón. Estuvo muy bien la visita. Después bajamos hasta el río y nos paramos a tomar un café aún en el Vaticano (segunda clavada, por sentarnos en vez de quedarnos en la barra; pero bueno, lo sabiamos). Pasamos por el castillo de San Angello y cruzamos el puente en dirección Piazza Navona. La lluvia arreciaba y la vimos prácticamente desierta. Una gozada para las fotos.
De allí al Panteón, el edificio que más me gusta de Roma precisamente por ser en único en pie que data de la época romana. Como encima está abierto por arriba el agua se filtraba y dejaba una estampa preciosa, aunque nuestra camarica digital no pudiera captarla. De nuevo Fontana y tiendas, callejeando. Me encontré con exposiciones de Brueghel y Vermeer, por lo que otra opción si tenéis tiempo es consultar la agenda cultural de la ciudad cuando vayáis, seguro que hay varias muestras temporales que visitar. Volvimos andando al hotel aprovechando para ver las iglesias del Quirinale y Maria Maggiore (impresionantes las dos aunque cada una a su modo). Volvimos al centro a cenar y regresamos tranquilamente. Al día siguiente taxi al aeropuerto y de vuelta.
(Camiseta 'pirata' de la Roma, 10 euros)

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