"If you come..." ¡Sí! Llegamos a San Francisco. El viaje ha sido agotador, tres aviones y dos transbordos desde Punta Cana pasando por Puerto Rico y Miami. En el aeropuerto cogemos un taxi que nos lleva hasta el hotel en Fisherman Warf, en la zona turística del puerto. Es de noche y la ciudad está durmiendo, pero en de camino vemos algo que no volveremos a encontrarnos en las carreteras de Estados Unidos, dos coches haciéndose una carrera. Y es que como contaré después, los conductores norteamericanos son los más cívicos y responsables que me he encontrado hasta ahora.A la mañana siguiente nos levantamos y en la self-service del desayuno del hotel me encuentro una máquina para hacer tortitas, que puedes combinar con una pan típico de San Franscisco, bacon requetecrujiente y una salsa parecida a la bechamel con carne picada: ¡El desayuno de los campeones!
El resto del día lo dedicamos a recorrer la ciudad a pie. Cuesta arriba y cuesta abajo por la famosa calle curvada de Lombard. Atravesamos el barrio chino y a media tarde llegamos al centro comercial, inmerso en la locura del Black Friday (dos jornadas de compras masivas tras el Día de Acción de Gracias). El contraste entre la pobreza de la República Dominicana y la opulencia de una de las ciudades más ricas de Estados Unidos es bestial.
Volvemos reventados al hotel y llegamos pronto gracias a un 'autobusero' muy simpático que nos lleva varias paradas gratis sólo para indicarnos donde debemos coger nuestro bus al hotel. En general casi todos los estadounidenses se mostrarán así de amigables durante el viaje. Ah, antes de acostarnos un leemos unos pasajes del interesante libro que nos proporciona el hotel. No sé por qué me suena el título...
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