Un viaje en directo pero si pagar conexión, que está muy cara

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martes, 13 de diciembre de 2011

San Francisco

"If you come..." ¡Sí! Llegamos a San Francisco. El viaje ha sido agotador, tres aviones y dos transbordos desde Punta Cana pasando por Puerto Rico y Miami. En el aeropuerto cogemos un taxi que nos lleva hasta el hotel en Fisherman Warf, en la zona turística del puerto. Es de noche y la ciudad está durmiendo, pero en de camino vemos algo que no volveremos a encontrarnos en las carreteras de Estados Unidos, dos coches haciéndose una carrera. Y es que como contaré después, los conductores norteamericanos son los más cívicos y responsables que me he encontrado hasta ahora.
A la mañana siguiente nos levantamos y en la self-service del desayuno del hotel me encuentro una máquina para hacer tortitas, que puedes combinar con una pan típico de San Franscisco, bacon requetecrujiente y una salsa parecida a la bechamel con carne picada: ¡El desayuno de los campeones!

Esa mañana vemos la isla de Alcatraz en plan turbo porque sólo pasaremos un día en San Francisco. La antigua prisión en impresionante pero tan masificada turísticamente que es muy difícil imaginar que un día fue una cárcel. Los comentarios de audio están incluidos en el tour y son muy recomendables. Salimos de Alcatraz corriendo para no perder el ferry ('Escape from Alcatraz', jeje) y cogemos un taxi al Golden Gate. Tenemos poco tiempo así que hacemos el pack turístico completo en apenas dos horas. El mítico puente es precioso pero una advertencia, las corrientes de aire reducen la temperatura bastantes grados en esa zona de la bahía así que coged abrigo.

El resto del día lo dedicamos a recorrer la ciudad a pie. Cuesta arriba y cuesta abajo por la famosa calle curvada de Lombard. Atravesamos el barrio chino y a media tarde llegamos al centro comercial, inmerso en la locura del Black Friday (dos jornadas de compras masivas tras el Día de Acción de Gracias). El contraste entre la pobreza de la República Dominicana y la opulencia de una de las ciudades más ricas de Estados Unidos es bestial.

Volvemos reventados al hotel y llegamos pronto gracias a un 'autobusero' muy simpático que nos lleva varias paradas gratis sólo para indicarnos donde debemos coger nuestro bus al hotel. En general casi todos los estadounidenses se mostrarán así de amigables durante el viaje. Ah, antes de acostarnos un leemos unos pasajes del interesante libro que nos proporciona el hotel. No sé por qué me suena el título...

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