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domingo, 2 de diciembre de 2012

Jetlag, sushi y ciervos

Jardin del castillo de Nijo en Kioto Ya estamos aqui. Doce horas de avion y cuatro de tren para llegar a Kioto, nuestro primer destino en Japon (por cierto, perdon por la falta de tildes y enes espanolas pero es que el teclado del ordenador que tenemos en el apartamento, evidentemente, no las tiene. Bastante me ha costado que me dejara escribir en cristiano). Antes de contar lo que hemos hecho los dos dias y medio que llevamos aqui, decir que Japon no es solo como esperabamos sino mucho mejor. Es una pais obsesionado con la belleza y la educacion, y a la vez puede parecer el mas caotico del mundo. El vuelo desde Londres con Bristish Airways fue perfecto, turbulencias cero. Entre las comidas, el ordenador del asiento (con pelis, series, juegos e incluso un curso de japones) y un azafato espanol, fuimos de lujo. Tambien ayudo la quimica, para dormir unas horicas. Al llegar a Narita activamos el JR Pass y reservamos los asientos en la lanzadera a Tokio y el tren bala de Tokio a Kioto. Al principio nos preocupamos porque la chica nos cogio el tren muy justico, pero encontrarlo en el aeropuerto era muy facil y hacer la conexion en Tokio tambien. Una cosa sobre el mito de la puntualidad japonesa, es rematadamente cierta. Los trenes llegan al minuto y los conductores y operarios de las estaciones son como heroes aqui, estan muy bien considerados. Y orientarse en las estaciones es facil porque los carteles estan en tipografia japonesa y occidental, y pese a que por una via pueden pasar dos trenes distintos, basta con saber a que hora pasa el tuyo y no te equivocaras. Al meternos al vagon hicimos lo que hace todo buen nativo, dormirnos. Es lo que tiene la suavidad de estos transportes y los asientos calefactados. Asi que el paisaje lo tendremos que ver en el tren de vuelta a Tokio. De la estacion de Kioto fuimos al apartamento, un conjunto de minuduplex llamado Sunrich Kyoto Station, donde el propietario nos dijo algo a lo que ya nos estamos acostumbrando: quitarse los zapatos para entrar. Pero los japoneses deben tener plumas en los pies porque por muchos calcetines que te pongas hace frio, y mucho mas en los tatamis de los templos o las teterias. Asi que mi consejo es que os traigais calcetas bien gordas porque cuando menos te lo esperas te tienes que quedar descalzo. La primera tarde, a pesar de estar reventados, salimos a dar una vuelta por un barrio al sur de Gion, el de las geishas. Reservamos para cenar esta noche en un local de comida Kaisekei, tipica de Kioto a base de muchos platos pequenos que en Espana llamamos menu degustacion. Ya veremos pero tiene muy buena pinta.
Al dia siguiente seguimos a rajatabla el plan marcado y vimos el castillo de Nijo y los templos de Ninna-ji, Rioyan-ji y el Pabellon Dorado. Personalmente recomiendo evitar pagar la entrada en todos excepto en el ultimo, ya que lo realmente bonito y por lo que no hace falta pagar son los jardines. El lago y la silueta dorada del Pabellon si exige entrada pero se gasta con gusto. Tambien estan muy bien las casas de te donde puedes descansar comiendo el plato tradicional y bebiendo sake, aunque como se ven en la foto, lo mio no es sentarme al estilo japo. Por la tarde estuvimos recorriendo los innumerables centros comerciales que circundan o estan encima de la estacion de Kioto (que aqui es un punto neuralgico) y cenamos en el Sushi Seitan, un restaurante dedicado por entero al pescado crudo. Bueno y tambien un poco caro, pues probamos el atun Toro, el mas grasiento y delicioso. Llegamos al apartamento reventados por el dia y las dificultades para dormir de la noche anterior a causa del jetlag. Hoy hemos estado en Nara, una ciudad que fue capital imperial y es conocida por su Buda gigante, dentro del templo Todai-ji, y por los ciervos, que campan a sus anchas al ser considerados sagrados. Las familias van con los ninos a dar de comer a los animales galletas. Y estos bichos son listisimos, te rodean si sacas una pero basta con ensenarles las manos vacias para que se alejen.
A la vuelta a Kioto hemos parado en el Fushimi Inari, un conjunto de templos unidos por un paseo larguisimo de toris (arcos color vermellon donados por comerciantes). Es magico y ademas gratuito y no cierra nunca, por lo que es mejor visitarlo temprano o muy tarde para evitar agobios. Bueno, esto ha sido todo por ahora. Ah, los japoneses de ingles muy poco, pero no hay problemas para entender lo fundamental porque si les preguntas nunca se hacen los locos: ya sea por gestos o acompanandote, te ayudan y siempre con una sonrisa en la cara.

3 comentarios:

  1. Hola Japos!!

    Veo que el viaje ha empezado muy bien y que todo es aún mejor de lo esperado. Lo que contais es más o menos lo que siempre hemos imaginado de Japón, no? Tiene que ser una pasada.
    A estas horas me comería un atún Toro de esos, que ya voy teniendo hambre. Aunque no me imagino yo a Marta comiendo esos manjares.
    Pablo, te pareces a tu tio, tienes menos flexibilidad que un gato de escayola.

    Seguid pasándolo bien.

    Un abrazo.

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  2. Cuántos buenos recuerdos. Al final, y viendo cómo te desenvuelves por la zona, poco más tu hubiera podido contar que tú no sepas. Me alegra que Lo estéis pasando tan bien...Tokio es otra (aún más maravillosa) historia. Os recomiendo ir a un cíber de los de cabina para dos personas...por supuesto, descalzas... Seguid disfrutando en la tierra de las grullas cantoras...

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  3. Si, la verdad es que nos lo estamos pasando muy bien, y como vamos tan pocos dias, la diversion se concentra. A Marta le encanta el sushi, aunque no lo parezca. Yo, por mi parte, tengo reconocido por el Libro de los Records la marca de elasticidad negativa.
    Probare lo de las cabinas de ciber, en Akihabara, no? Seguro que me habrias aconsejado bien.

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