Un viaje en directo pero si pagar conexión, que está muy cara

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martes, 11 de diciembre de 2012

Últimos días en Tokio

Nuestro segundo día el Tokio lo iniciamos comiendo la exquisita y estúpidamente cara ternera de Kobe, y lo terminamos en el barrio electrónico, Akihabara, donde los japoneses también van en busca de carne, aunque no solomillos sino más bien pechuga…
Gracias a Tripadvisor encontré un restaurante en el barrio de Ginza que servía ternera de Kobe cocinándola en directo, el Kawamura Beef Steak. Se podía reservar a través de Internet, algo nada común en Japón y fuimos a comer, ya que durante la cena el precio se disparaba aún más. La experiencia fue la leche. Nos sentamos en una barra que tenía una enorme plancha donde el cocinero iba haciendo la comida. Hablaba un poco de inglés e incluso sacó una aplicación del móvil que traducía el español hablado al japonés, por lo que pudimos descubrir que las vacas japonesas sí reciben masajes cuando las lavan pero ni escuchan música ni beben cerveza, como habíamos oído. De la carne qué decir, genial, aunque sinceramente no vale la pena el pastón que se paga y yo me consuelo pensando que fue una comida única que seguramente no repetiré en toda mi vida. Por cierto, el restaurante estaba en un piso octavo de un edificio de oficinas. Es bastante común en Tokio que locales como cafeterías, restaurantes, gimnasios o hasta peluquerías se alojen en pisos altos, sin más reclamo en la calle que el del telefonillo o algún cartel en el edificio. Y no me refiero a grandes rascacielos con diez restaurantes en el sótano y otros tantos en la última planta (que también abundan) sino edificios pequeños (al menos para Tokio) de un solo negocio por planta. Con el estómago lleno fuimos a Odaiba. Se trata de una isla de la bahía de Tokio a la que se puede llegar por carretera o barco, aunque el transporte más popular es una especie de tren elevado (en realidad es un trolebús) llamado Yurikamome cuyo viaje merece la pena por sí solo. Cruzas las alturas de Tokio, viendo los rascacielos en los que hasta altas horas de la noche se machacan a trabajar los sufridos japoneses. En la isla hay tres o cuatro centros comerciales con diversos parques temáticos: Sega Joypolis, Lego y Megaweb de Toyota, y hasta uno dedicado a los balnearios. Allí está la famosa figura de Gundam y una réplica de la estatua de la Libertad que yo no vi. Recomiendan visitarlo al anochecer, por las vistas de la ciudad y del puente Rainbow, al que sí me hinché a hacer fotos.
Desde la isla nos dirigimos a Akihabara. Íbamos con la idea de encontrar cientos de tiendas de curiosos artilugios tecnológicos, pero la verdad es que lo que más nos sorprendió fue una jarra de cerveza que generaba espuma. Imagino que un experto en informática o una loco de Apple le habría sacado más partido, pero a nosotros nos parecieron simplemente como los bazares de España, aunque decenas de ellos uno al lado del otro. También está el mastodóntico Big Camera, viene a ser como un Mediamarkt pero de ocho plantas, una para cada especialidad: cámaras, consolas, ordenadores, ... El otro reclamo de Akihabara son los negocios relacionados con el Anime, desde tiendas de figuras y salas recreativas hasta cafeterías Maid. Las tiendas de juguetes y comics manga son a la vez sexshops donde encontrar vídeos y revistas eróticas, casi exclusivamente de temática lolita, que es lo que se lleva en Japón. Era chocante ver entrar a ejecutivos de traje y maletín con 50 años que se ponían a hojear revistas donde aparecían chicas con la edad y el seguramente el uniforme escolar que llevan sus hijas. Pero en fin, tampoco estuvimos en Japón tanto tiempo para comprender el triunfo de esa clase de tiendas. Respecto a las salas recreativas tampoco vi muchas más novedades que en España, aunque sí hay máquinas conectadas entre sí para interactuar y muchísimas máquinas para coger con una pequeña grúa muñecos. Pero en general Akihabara nos decepcionó un poco.

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